En el núcleo de mi trabajo con personas está el ayudarles a explorar, descubrir y sentir lealtades malsanas inconscientes y conscientes que pueda tener con los padres, antepasados y hermanos.
Por ejemplo, rara vez es nuestra relación con el padre “malo” lo que nos mantiene estancados, es nuestra lealtad distorsionada hacia el padre “bueno”. Además, se necesita una persona muy valiente para ser más felices que sus padres y permitirse ser plenamente felices cuando otros en su sistema familiar han sufrido.
¿A quién eres leal? ¿Eres el campeón de una causa? ¿Eres el pacificador de la familia? ¿Te has puesto del lado del padre ‘bueno’, sin importar el costo? ¿Eres reacio a permitir tu propia felicidad por lealtad al sufrimiento de los demás?
Los vínculos no saludables de lealtad pueden hacer que volvamos a vivir el mismo sufrimiento una y otra vez hasta que nos permitamos estar verdaderamente libres del sufrimiento de los demás. Esto puede ser un proceso desafiante; incluso podemos sentirnos como un traidor, o incluso que somos malos para permitirles a otros su destino.
¿A qué eres leal? ¿La depresión o decepción de tu madre en la vida? ¿El amor perdido o el corazón roto de tu padre? ¿La enfermedad o discapacidad de alguien? ¿El sufrimiento de tus antepasados? ¿A alguien que murió joven? ¿Muertos de guerra? ¿Los enfermos, los pobres o los perdidos?
Cuando prosperamos, los antepasados sonríen. Cuando sufrimos por otro, entonces nosotros, junto con el otro, estamos atrapados en el infierno.
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