Niño Interior - ¿Qué hacer con él?

Cuando pensamos en nuestra infancia, renunciamos a la nostalgia y  anhelo de algunas cosas caen en el olvido. Por auto-juicio o desaprobación de los demás, anulamos nuestro niño interior. Después de todo, el ¿qué debemos hacer con ella? 



Es muy divertido cuando nos damos cuenta de que mientras somos niños deseamos ser adultos y cuando somos adultos, deseamos volver a ser niños. 
Querer crecer rápido pasa por el ego de todos nosotros. 
Siempre caminamos detrás de algo más y cuando damos por nosotros, nos damos cuenta de que estamos queriendo ir demasiado rápido y ahí nos desaceleramos. 

Pasamos una vida queriendo siempre más, a vivir en el descontento, para que después más tarde nos damos cuenta que después de todo el secreto está en la simplicidad de las cosas. 
Cuando hablamos en sencillez, de lo que recordamos? Del estado genuino de un niño. En que es feliz sólo porque es. No tiene una razón aparente. 

El niño juega, salta, corre, cae, hace herida, se levanta, continúa corriendo ... y siempre sonriente en la cara. 
Incluso cuando alguna lágrima cae, ¿qué hace el niño? Ella llora, cuando en realidad ella sólo quiere una "festinha" y que calme su corazón, un poco de atención en el fondo. Y todo está bien. 
A medida que los años van pasando, muchos de nosotros anulan a su Niño Interior. Todos sabemos que vivimos en una sociedad extremadamente castradora, en la que no nos libramos del juicio. Y peor es el auto juicio. De ello se produce la anulación. 

Conforme vamos creciendo, vamos formando capas de protección, máscaras, lo quiere que sea. Todo para protegernos de los demás. Para que nos acepten. Sin embargo, lo que realmente está sucediendo es la anulación del Ser. Se anula a nuestro Niño Interior. Dejamos de ser puros y genuinos. 
¿Y por qué lo hacemos? Ahora bien, porque si un joven adulto juega es porque es infantil ... si le gusta más de deporte que de las "maluqueras" típicas de la edad es porque es un "niño" ... y por ahí. 
Hay siempre un "pero" en cada frase que decimos y siempre alguien listo para apuntar el dedo y reprocharnos. 

¿Y quién nos aprueba? 
Después de todo, para ser felices, tenemos que dejar morir a nuestro Niño Interior? ¿O debemos cultivarla? ¿Qué hacer con ella? 
Estas son preguntas que late a menudo en nuestra mente, principalmente cuando estamos en la fase de transición, de jóvenes adolescentes a adultos. Lo que no quiere decir que muchos adultos no piensen en esta temática. Al contrário. 

Muchos de nosotros se interroga constantemente si deberían haber actuado o no de determinada forma, o si deberían haber dicho esto o aquello. De hecho, no debemos mezclar las cosas. Una cosa es dejar despierto a nuestro Niño Interior, otra es ser maleducados e impulsivos. A veces, estas cosas se confunden pero es bastante claro la diferencia entre ellas. 
Para dejar viva al Niño Interior, debemos simplemente dejar fluir nuestro Ser. Sentir es la forma más genuina y pura de Ser. 

Podemos jugar (hay varias formas de jugar: decir payasadas, saltar a la cuerda, jugar a las escondidas, jugar a las cartas con los amigos, jugar a voleibol en un equipo, etc.) incluso en la edad adulta, eso no hace de nosotros personas menos serias o irresponsables . Podemos reír, reírnos bien, cuánto nos apetezca, pues la risa es una terapia muy bonita y eficaz. Además de hacernos bien, también hace bien a quien nos rodea. 

Ser impulsivos o maleducados en nuestras actitudes y / o respuestas, no es una actitud del Niño Interior. Esto es excusas que se arreglan para no sentirnos mal. Lo que pasa es que muchas son las veces en que las personas no quieren ver la realidad y después ante situaciones más incómodas, responden al impacto en forma de reflejo o defensa. Reflejo, porque pueden toda una vida haber estado expuestas a situaciones más agresivas que hicieron de ellas personas más impacientes o de defensa por miedo a la agresividad ajena, tal vez por una excesiva protección paternal y maternal. 
El niño también tiene miedo. ¿Y qué hace cuando tiene miedo? Se llena de fuerza y ​​coraje y sigue su Camino. 

Entonces si el miedo aparece, la solución pasa por confrontarlo para que pueda vencerlo.
Los miedos van aumentando con el paso de los años, lo que es normal, pues se da una elevación en el estado de conciencia. Pero no debemos de todo, dejarnos derrotar por lo que nos aterroriza. Después de todo, el Niño es apasionado y así debemos serlo. Conscientes del peligro pero intrépidos, listos para vencer el obstáculo. 

Debemos también ver las cosas con espíritu positividad, pues el Niño tiene siempre esperanza de algo mejor, más hermoso, más pleno. 
Después de todo, ¿qué hace el Niño feliz? ¿Y qué podemos hacer para que el Niño Interior se mantenga viva en nosotros y en Conciencia? 
Te invito a correr por el jardín verde ... saltar ... jugar ... echar en el césped y carcajear. 
Un fuerte abrazo, como el de un niño.

Por Ruth Pebble

Post a Comment

Artículo Anterior Artículo Siguiente